sábado, abril 23, 2016

Don Quijote fue torero y tenía el cuerpo cosido a cornadas

Don Quijote de la Mancha, cuando salta el toro a la arena, echa sobre él a su amigo Rocinante, el caballo de los toros. ¡Don Quijote, todos los toreros  rezan por ti para que Dios te libre de una cornada!
Nadie teme por Rocinante. Don Quijote sabe lidiar y librar el caballo, que es lo mismo que nadar y guardar la ropa. Ni para guardar la ropa le sirve Sancho.Sancho Panza no cuida de la ropa, ni de la suya ni de la de Don Quijote, porque la ropa no se come y a él sólo le interesa la comida.
Sancho, más que la perturbación de Don Quijote, es su asesino. Sí, eso es lo que quiere sin darse cuenta: matarlo, suprimirlo. Al primero que tiene que lidiar Don Quijote es a Sancho: su rémora, su ancla. Sancho es la amargura del triunfo de Don Quijote, el hacha que poda todas sus alegrías, todas sus ilusiones.
Don Quijote tiene el cuerpo lleno de heridas, de cornadas que le han dado los toros. Los toros, no lo olvidemos, dan cornadas, hieren y matan. El toro es la Muerte. Por mucho que se sepa de toreo, hay momentos en que no se puede evitar la cogida, falla la regla o se equivoca el lidiador y entonces llega sanguinaria la cornada.
A Don Quijote le cogieron algunos toros y, entre ellos, hubo uno que estuvo a punto de matarlo: el terrible toro del Norte. Pero Don Quijote no se deja matar fácilmente. Para eso tiene su arte, su tauromaquia.
Él sabe que, cuando los toros son fuertes, son poderosos, lo mejor es cambiarlos de terreno. Cambiar los terrenos en el toreo, llevar el toro de un sitio a otro, es renovar la lidia, abrir nuevos horizontes a la vida que es el arte de torear. En el argot taurino, un tercio no es un tercio, sino un medio. Cuando se dice cambiar el toro de un tercio a otro, lo que se quiere en realidad decir es cambiarlo de un medio al otro medio. Hablamos de una circunferencia que es el ruedo de la plaza de toros.
Don Quijote fue el primero en descubrir que el mundo tenía la forma del ruedo, que el mundo era redondo por los cuatro costados. Y, como sabía torear, cuando vio que el toro le comía el terreno, lo cambió de tercio a medio: más claramente, lo pasó de la mitad vieja del mundo a la otra mitad: lo trajo al Nuevo Mundo. Y eso sólo lo puede hacer quien sea capaz de torear a todos los toros en todos los terrenos. Don Quijote lo hizo y, en el esfuerzo, se abrieron sus heridas y se derramó casi toda su sangre.
La sangre de Don Quijote, regando a más de medio mundo, ha hecho brotar su arte, su arte de ser, de ser siempre, de ser y estar, de estar eternamente, por los siglos de los siglos, dormido y despierto, sin vacilaciones, dormido y despierto, a toda hora y en todo lugar.

Palabras de Ignacio Sánchez Mejías en una conferencia en la Universidad de Columbia- Nueva York en 1929


Vía: Abc

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