al verlo desentendiéndose del capote, se abalanza hacia el kevlar que protege al aleluya. Tito echa el palo hacia adelante y agarra bien el puyazo. Al sentir el hierro rajando la carne, Hurante se viene arriba y empuja con todas sus arrobas desplazando al caballo en dirección a la barrera, sin que el picador levante el palo ni rectifique la posición de la puya. De pronto el toro, en un esfuerzo de titán, levanta los cuartos delanteros del caballo mientras el picador defiende con valor la cabalgadura desde lo alto. Lucha de poder a poder entre un torero vestido de oro, oro viejo de cuando los picadores eran los reyes, y un toro fuerte, vivo y con ganas de pelea. Durante unos instantes llenos de emoción las espadas están en lo alto: el toro con la puya arriba, aguantando el peso del caballo fully equiped con todos los accesorios y el picador agarrado a las riendas en una difícil posición, casi vertical, cargando el palo en defensa de él mismo y de su cabalgadura. El toro no cesa de acometer con fijeza y de pronto se da cuenta de que puede vencer en la pelea, por lo que redobla su empuje con nuevas fuerzas. En ese momento Tito, que en el fragor del combate ha quedado desestribado, manda menos fuerza desde su brazo y el toro acaba derribando con estrépito al jinete y a la cabalgadura afaldonada.
Y eso son los toros, ni más ni menos. Los toros que muchos quieren reducir al petardo diario de las faenas mecánicas, prefabricadas,José Ramón Márquez - Aquí la crónica -
Fotos 1 y 2 : JMSV -Larga cambiada
Foto 3: Andrew Moore
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