No fue la corrida de Miura una corrida de Miura. En ocasiones pudo ser hasta pastueña, con embestidas más propias de un borrego que de un toro. Embestidas largas, casi al paso, dejándose sin tapujos. Ni un punto de picardía, de esa maldad que te hacía estar en un vilo toda la tarde. Agua de borrajas, vaya.
Foto: Burladero
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