En el toreo como en la poesía, siempre me quedo con los humildes, los que la vida les dió muchas cornadas, amén de las propias de la profesión. Esos que muchas veces el arte les cuesta sudor y dinero, pero lo llevan dentro, tengan más o menos caulidades técnicas; eso es lo de menos.
Poesía era "EL MELENAS" en la plaza de toros de Valencia (cuando le daban un festejo), jamás vi en mi vida torero con más hambre de serlo. Cuando salía al ruedo, veías el peligro, sentías como los pitones rozaban una y otra vez su taleguilla; como lo derribaba una y otra vez y más rapidamente se levantaba y le plantaba cara.
Eso es poesía en un ruedo; eso es un torero; no como otros, versados, con carrera incluso, amigos de cenáculos, de mitines políticos y de cenas con personajes oscuros de diputaciones y consellerías. Estos últimos, torean más, salen mas incluso en revistas de sociedad y corazón, comentan corridas televisadas y son adictos a Ferias de libro, Exposiciones de Pintura y traje y corbata de marca. Pero estos último no son poetas del ruedo, como lo era El Melenas, Carnicerito de Ubeda, Rafael de Paula, etc, etc.
Algunos no figurarán en los anales del toreo, o tendrán estatuas pero siempre se les llevará dentro.
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