Los
aficionados integristas recorren la historia de la fiesta pidiendo
fuerza, trapío, edad y bravura a los toros, y toreros que sean
capaces de poderlos. Encuentran la belleza, más allá de la pura
plástica, en la resolución del enfrentamiento entre toro y torero
con riesgo y majeza. El enfrentamiento entre las fuerzas de la
naturaleza y la cultura, que la fiesta de los toros representa, no
encuentra sentido como espectáculo, sino en el dominio del animal
íntegro por el torero-héroe que le ha dado todas las ventajas que
la tauromaquia permite, para crear belleza en la demostración del
dominio del toro ...
...los
aficionados integristas, impidiendo o retardando la degeneración de
la bravura, al exigir riesgo en los toros, son determinantes en la
evolución y mantenimiento de la fiesta de los toros.
Los
aficionados integristas, fieles, apasionados, insolentes,
irascibles, rigurosos, intransigentes, serios, iconoclastas,
entregados, que se han ido reproduciendo a través de sucesivas
generaciones y diversas situaciones sociales, siempre flanqueados por
los mismos vicios e idénticas virtudes, han posibilitado que la
fiesta de los toros siga siendo un espectáculo heroico e irrepetible
donde triunfar sin riesgo es triunfar sin gloria.
Sin
estos aficionados la historia de la fiesta de los toros no se habría
escrito de la misma manera. Los pintores y los fotógrafos, esos
artistas que desde Goya a esta parte han sabido retratarnos a
nosotros y retratar incluso nuestras diferencias, se olvidarían para
siempre de esta fuente de inspiración y de belleza.
Sin
ustedes, compañeros en la afición a los toros, la fiesta no
existiría.
¡Aficionados, a defenderse!
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