"Con Gallito y Belmonte se da el caso admirable de que las dos concepciones que tienen del toreo no se conservan aisladas, indiferentes, sino que empiezan por cederse, por comprenderse y acaban por fundirse. Joselito, el maestro, acepta que el toro puede llevarse más ceñido y más templado, lo que hace la regla más extrecha y los principios más exactos. Belmonte empieza a comprender que los terrenos de la plaza, si son propiedad de la Diputacón o la Maestranza, durante la lidia los poseen proindiviso el torero y el toro, y que es torero al que le toca deslindar, para saber por dónde anda. Recordamos que fue en Bilbao, en una dificultosa corrida, donde Belmonte toreó y dominó un toro como lo hubiera dominado Gallito. (...).
Y esto, sin perder ninguno de los dos su personalidad, sin parecerse el uno al otro en ningún momento, sin copiarse. (...). Gallito y Belmonte se estimulaban, se completaban de tal manera, que quien no los viera no vio el toreo completo en una tarde"
No hay comentarios:
Publicar un comentario