Quizá sea eso lo que falle, la imagen de la fiesta, el prototipo de fiesta que están promulgando los profesionales. La caspa, salvo en los programas del corazón, ya no vende, y lamentablemente a la fiesta de los toros le sobra eso. Hace falta una fiesta más modernizada y, sobre todo, más auténtica, ahora más que nunca. Corren tiempos de crisis económica. Como diría la canción, malos tiempos para la lírica…. Y para los toros. Añado.
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