El otro día en Azpeitia, en su abarrotada plaza de toros, vivimos una vez más esos momentos mágicos, ese profundo recogimiento con el que el público acompaña los sones del zortziko fúnebre en homenaje a aquel Manuel Eulía (Manuel "El Tejedor" ) que cierta tarde y hace un montón de años sintió el toreo y lo hizo. O lo que es lo mismo, puso por unos momentos la inteligencia al servicio del sentimiento transportando al pueblo allí congregado a un frenesí que terminó en tragedia.
Es el reconocimiento, el sentir taurino de los vascos que siempre se constriñe, se patentiza, se hace presente en esa joya cultural que es la plaza de toros de Azpeitia. Es parte de las tradiciones de los guipuzcoanos, de su memoria. En dos palabras: de su acervo cultural.
Huberto Apaolaza
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