Indultitis

Dícese de la enfermedad contagiosa contraida por los espectadores no habituales a las corridas de toros. Al hilo de la noticia del segundo indulto de Perera en tierras murcianas en pocos días, es desesperante la banalización de los trofeos en el ambito de una corrida de toreos, si ya está barato cortar despojos en Las Ventas, los indultos en los pueblos "los dan daos" con la entrada, no me voy a meter con la ilegalidad que comete la supuesta autoridad del festejo, que esto es como que te robe el juez, existirá un caso de prevaricación mas flagrante, y no me voy a meter con ello, porque no soy amigo de la reglamentación del arte, aunque por desgracia, en este caso el reglamento taurino no es la soga de la creatividad artística, sino freno forzado para sinvergüenzas acaudalados.

Este verano en Villafranca de los Barrosa a un animalito que apenas rozó el caballo, hubo gran cantidad de público que exigia el indulto porque el animalito iba y venía tras la muleta de Ferrera, por lo menos el presidente estuvo en su sitio, en la única plaza que la presidencia está al sol.


El problema mas importante que tanto aplauos, tanta oreja, tanto rabo y tanto indulto supone, es un daño irreparable a los verdaderos y merecidos triunfos, tanto de toreros como de toros, que quedan disipados en una cortina de propaganda y mercantilismo putrefacto en torno a mentiras y falsos aplausos festivos.

Se premia todo, se aplaude todo, se olvida todo, la indultitis es en definitiva una plaga que acaba con la afición, acaso quien vea una basura, y le digan que eso es lo mejor del mundo taurino, porque como tal ha sido premiado, ¿volverá?