domingo, noviembre 11, 2012

Habla Arturo Cobaleda, ganadero de Barcial

“Haber conseguido existir hasta hoy ya es casi milagroso. Durar tantos años con esta ganadería es muy difícil. La Fiesta ha elegido otros caminos que no tienen nada que ver con los de hace cincuenta años. Para sobrevivir, ha habido que hacer muchos sacrificios y soportar muchas cosas. Y, desgraciadamente, hoy quedan muy pocas plazas que valoran una corrida brava. Entre España y Francia las podemos contar con los dedos de una sola mano. E incluso en estas plazas, quedan pocos aficionados capaces de juzgar el juego del toro. El público de hoy es triunfalista… y quien triunfa siempre es el torero. Esto explica el estado actual de la Fiesta. Las figuras lidian cierto tipo de ganaderías… (...). Pero hoy, a excepción de algún gesto de vez en cuando, con Victorinos y Miuras, los toreros importantes evitan los riesgos inútiles. Exigen la ganadería que les conviene. Hace mucho tiempo que la nuestra no forma parte de ese grupo. En cuanto a las empresas, se preguntan si tal o cual ganadería les merece la pena. ¿Lleva público a la plaza? Pero, desgraciadamente, salvando una o dos excepciones, ninguna llena”.
“Multitud de hierros ya han desaparecido. Contreras, Coquillas, Gracilianos… Los hierros subsisten, pero con otra sangre dentro. Los hierros abundan como la hierba mala, pero los encastes desaparecen… Algunos eran inlidiables, pero otros sencillamente muy bravos… lo que causó su extinción. El concepto ha cambiado. En otro tiempo, el caballo era primordial. Si un toro no iba a él, enseguida se le ponían banderillas negras y representaba una vergüenza para el ganadero. Hoy apenas se pican los toros, no se emplean y tienen después muchos pases…. Los viejos ganaderos como mi abuelo decían que la bravura debía medirse en los tres tercios. Si se despilfarra toda la bravura en el primero, ya no hay para los otros. Y con el tercio de varas actual, los toros bravos son los más castigados. Los ganaderos modernos han elegido, por tanto, administrar la bravura durante el primer tercio para que después dure. Eso explica que veamos toros que rozan la mansedumbre pero que embisten mucho tiempo. No empujan ni en el caballo ni en la muleta. Lo que quieren es huir, pero a base de oficio los toreros los hacen embestir… Embisten hacia fuera, que es lo que los toreros adoran… Mi padre predijo que un día se criarían toros mansos… No se equivocó. Volver atrás es muy difícil. Cuando se rebaja la bravura, reencontrarla es muy complicado”. 

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