Hay una evidente relación estética en la lucha del artista con el espacio (agoramaquia) y la del hombre con el toro. No es un dominio directo, una caza. Es una suerte (estética) con trampa, con engaño. Algo también intimamente relacionado con la suerte ( la gracia religiosa) de acercarse el hombre a Dios. ("Tretas para cazar a Dios", San Juan de los Ángeles) . Dos terrenos: El del artista y su muro, el del hombre y el toro. El del hombre y Dios. Dos estilos: En un terreno o en el otro. Una técnica, la misma: citar, templar y dominar (terminología de la tauromaquia). No puedo detenerme ahora aquí. Pero en mi tesis sobre el nacimiento de la estatua en la prehistoria americana reproducía la escena pintada en el muro del pozo de Lascaux en la que un hombre con máscara de pájaro es derribado por un bisonte
(...)
La escena de Lascaux (...) nos permite también pensar a nosotros en una especie de suerte estética y ritual en que el hombre enmascarado de pájaro, aquí derribado por el bisonte, deja caer de su mano un etoque-pájaro, un engaño-muleta. Cuando la caza del toro: se convierte en estética en tiempo de Goya. No es. pero aquí entonces ¿qué sucede si en el oficio religioso del cazador se alían ritualmente la danza y la muerte? Danza y torea ( bisontea) el toreador-hechicero, el bisonteador.
Jorge Oteiza en el índice epilogar de "Quousque Tanden...!"
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