¿Cómo ha podido sufrir semejante transformación una feria que contaba con unas características tan sumamente marcadas?. Bien sencillo. La Junta Administrativa del coso Bilbaíno se ha convertido en pura cómplice de las figuras, haciendo y deshaciendo a antojo de las mismas sin importarles lo más mínimo la dignidad del toro y, en definitiva, del espectáculo en general.
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