Calificar
las corridas de toros como “tortura” se ha convertido en un
eslogan corriente para los militantes de la causa antitaurina. Todo
detractor serio de la fiesta de los toros tendría que avergonzarse
de semejante ofensa. Salvo que se acepte traicionar el significado de
las palabras. ¿Qué es torturar? Es hacer sufrir voluntariamente a
un ser humano indefenso, ya sea por puro placer (cruel o sádico), ya
sea para obtener algún beneficio como contraprestación de ese
sufrimiento (una confesión, una información, etc.). Por estas cinco
razones, las corridas de toros se oponen radicalmente a la tortura.
[1] Las
corridas de toros no tienen como objetivo hacer sufrir a un animal La
tortura tiene como objetivo hacer sufrir. Que las corridas de toros
impliquen la muerte del toro y consecuentemente sus heridas forma
parte innegablemente de su definición. Pero eso no significa que el
sufrimiento del toro sea el objetivo – de hecho no más que la
pesca con caña, la caza deportiva, el consumo de langosta, el
sacrificio del cordero en la fiesta grande musulmana o en cualquier
otro rito religioso. Estas prácticas no tienen como objetivo hacer
sufrir a un animal, aunque puedan tener ese efecto. Si se prohibieran
todas las actividades humanas que pudieran tener como efecto el
sufrimiento de un animal, habría que prohibir un importante número
de ritos religiosos, de actividades de ocio, y hasta de prácticas
gastronómicas, incluyendo el consumo normal de pescado y carne, que
implica generalmente estrés, dolor e incomodidad para las especies
afectadas. Las corridas de toros no son más tortura que la pesca con
caña. Se pescan los peces por desafío, diversión, pasión y para
comérselos. Se torean los toros por desafío, diversión, pasión y
para comérselos.
[2]
Las corridas no tendrían ningún sentido sin la pelea del toro
Torturar
a un hombre, e incluso a un animal, es hacerlo sobre un ser con las
manos y los pies atados, y, en cualquier caso, privado de la
posibilidad de defenderse. Y eso, no solo no sucede en la lidia sino
que además sería contrario a su sentido, su esencia y sus valores.
La palabra corrida procede de correr: es el toro el que debe correr,
atacar y por tanto pelear. Lo que interesa a los aficionados es,
primero, y para muchos sobre todo, la pelea del toro. Lo que da
sentido a la lidia es la acometividad del animal, su peculiar manera
de embestir, de atacar o defenderse, es decir su personalidad
combativa. Sin la lucha del toro, su muerte y las diferentes suertes
del toreo carecerían de valor. Si el toro fuera pasivo o estuviera
desarmado, la lidia no tendría ningún sentido. De hecho, no sería
una corrida sino una vulgar carnicería (y por tanto no habría razón
alguna para hacer de ella un “espectáculo”). Por ejemplo, las
reglas de la ejecución de la suerte de varas tienen como principio
director que el toro acometa al picador y vuelva a hacerlo, motu
proprio. Debe embestir una y otra vez sobre su adversario alejándose
de su propio “terreno” natural, que es el lugar donde se siente
más seguro porque nada le amenaza. Durante toda la suerte debe tener
la posibilidad de “escoger” entre la huída o la pelea. Por
decirlo de manera más directa, la ejecución de la suerte de varas
tiene como principio que la herida del animal sea el efecto de su
instinto combativo y la consecuencia de su propia pelea. ¡Esto es
justamente lo contrario de la tortura!
[3]
Las corridas de toros no tendrían ningún sentido sin el riesgo de
la muerte del torero
Torturar
a un hombre, e incluso a un animal, no es únicamente hacerlo sobre
un ser sin posibilidad de defenderse, es hacerlo con total
tranquilidad y sin asumir el más mínimo riesgo. ¿Somos capaces de
imaginar un torturador herido o matado por su torturado?
Evidentemente, no. Entonces el sentido, la esencia y el valor de la
corrida descansan sobre dos pilares: el primero es la lucha del toro
que no debe morir sin haber podido expresar, de la mejor manera, sus
facultades ofensivas o defensivas (argumento [2]); el segundo pilar,
simétrico del primero, es el compromiso del torero, el cual no puede
afrontar a su adversario sin jugarse la vida. Ninguna corrida tendría
interés sin ese permanente riesgo de muerte del torero. ¡De nuevo,
esto es justamente lo contrario de la tortura!
[4]
¡Si un toro fuera torturado huiría!
La
lidia no pretende torturar a un animal indefenso, sino más bien al
contrario consiste en hacer pelear a un animal naturalmente
predispuesto para la lucha (de ahí el nombre de toro de lidia, ver
argumento [7]). Tenemos dos comprobaciones empíricas evidentes: si
se le hiciera la prueba del puyazo a cualquier otro animal (un buey o
un lobo), huiría inmediatamente, puesto que la fuga es la reacción
inmediata de cualquier mamífero ante una agresión. Sin embargo, el
toro de lidia, lejos de huir, redobla sus acometidas. Segunda
comprobación: cuando se le hace sufrir a un toro de lidia una
verdadera “tortura” (por ejemplo, una descarga eléctrica como es
el caso de algunas vallas electrificadas), se escapa y huye. Este
comportamiento es justamente el contrario al de su reacción normal
durante la pelea en el ruedo.
[5]
Hablar de tortura ¿no es confundir al hombre con el animal?
La
tortura es una de las más abominables prácticas del mundo. Sea cual
sea su finalidad, no puede ser nunca justificada. Llamar a cualquier
cosa tortura, y especialmente hacerlo con las corridas de toros, ¿no
es más bien banalizar el uso de la palabra y así atenuar la condena
sin remisión de esta innoble práctica? (Y eso por no referirnos a
todos aquellos que se rebajan a aludir al nazismo,… ¿no estaríamos
cerca de una forma de negacionismo?). Queriendo agravar el supuesto
maltrato del toro que pelea, recurriendo a una palabra destinada a
impactar en la imaginación ¿no están corriendo el riesgo de hacer
más benigna la verdadera tortura? Sería tanto como decir que la
insoportable e interminable tortura del impotente prisionero político
que se halla en el fondo de una celda, es lo mismo que la pelea de un
animal bravo en el ruedo. ¿No constituye esto un auténtico insulto
a todos los torturados del mundo?
Francis WolffNota: Ayer mismo Pilar Rahola nos llamaba "amantes de la tortura", de ahí que suba hoy estas lineas
Siempre los franceses... te adjunto el enlace a la espléndida reflexión de Jean Palette: http://salmonetesyanonosquedan.blogspot.com.es/2014/10/el-sindrome-de-dien-bien-phu-o-esto-es.html
ResponderEliminarSaludos.
tortura, raro nombre para una pelea,quien tortura lo hace ha sabienda que va a hacer daños y a matar de forma indigna a otra persona que sabran los anti de torturas cuando ellos apedrean a inocentes aficionado que nada les han hecho,la modernura es ser animalista, sin saber , bueno no quiero cansarme mas
ResponderEliminarLa razón, tener razón, lleva implícito conjugar el verbo razonar. Al razonar aparecen las razones. El fanatismo no necesita la "fragilidad" del razonamiento. El fanático no tiene razones porque no las necesita. El mismo es la razón. Los antitaurinos no necesitan pensar, les basta con "sentir". Sentir para no consentir. Y en esas estamos,haciendo razonamientos a personas que no los necesitan. Pensar es un trabajo, requiere lectura, reflexión y tiempo. "Sentir", indignación, es rápido, sencillo y barato. Los tiempos corren a su favor. Pero aunque la batalla está casi perdida, sigamos razonando. Demostremos que la tauromaquia sigue representando la civilización frente al fanatismo. JUANSINTIERRA
ResponderEliminarY aún va a seguir el sector esperando más actuaciones antis? Creo que éste texto por sí sólo debería valer como "explicación" de lo que según ellos protege la ley de protección animal, en la que se basan para cortar el mantenimiento de la escuela. Y no deberían dudar en llevar a esta alcaldesa a los tribunales, la pena es que salvo el puntual caso de Morante, pocos más se atreven a llevar estas cosas a tribunales, y así nos acabarán comiendo, ya que la política tiene miedo a posicionarse a favor por regla general.
ResponderEliminarLa parte animal, sumada a la económica, dan motivos más que sobrados para ni tocar el toreo. Sólo enseñando el dinero que en concepto de impuestos van al Estado desde el toreo, nos podría permitir pedir qué menos que una parte proporcional, y hablo de toreo, no de fiestas populares, eso también tiene sus cuentas, y muy favorables.
No sé que esperan para reaccionar, tendría que haber sido inmediato.
Ellos ya han demostrado que el plan estaba trazado desde primerísima hora, y así lo están haciendo, nada ha sido aleatorio.