También el público, que se desinteresa de lo bueno y se entusiasma con lo malo, está laborando, sin querer, por la desaparición de la fiesta. Porque, cuando vea que eso que hoy le parece estupendo y meritorio lo hacen todos y todos los días; cuando se dé cuenta de que en todo esto no hay mérito, ni peligro, ni arte, ni ciencia, acabará por aburrirse y por alejarse de un espectáculo blandengue y cursi, que no le depara emoción alguna. Y si el público se marcha - que ya se está marchando-, con las plazas vacías se acabará todo.
Adolfo
Bollaín
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