"LLegó el varilarguero Sevilla a torear una corrida en Barcelona. Procedía la diligencia en la que viajaba, de un lugar donde había cólera. Al llegar a la ciudad condal, el servicio sanitario dispuso que todos los viajeros quedasen en lazareto. Todos menos el picador Sevilla, del que no se podía prescindir en la corrida. Francisco Sevilla se negó a la excepción que con él quería hacerse, alegando que todos procedían del mismo lugar declarado sucio por la epidemia, y decidió correr la suerte de sus compañeros de viaje. Hubo consultas, se hicieron gestiones y llegóse a la conclusión, de que no podía darse la corrida sin el picador Sevilla. En vista de lo cual, se prescindió por esta vez del lazareto y entraron en Barcelona, el picador insustituible, y sus compañeros de viaje. ¿Tendría importancia el picador?"
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