permitánme posicionarme, quienes basamos nuestro repudio en el respeto y admiración por el animal hierático y sagrado, detestando cualquier tipo de manipulación mecánica en pro de las ganancias y el provecho de los eternos cuatreros que, abusando del vil potro de tortura o mueco, castigan, humillan y "preparan" al toro para ser un elemento más en sus oscuros manejos.
Demandamos de forma obstinada un animal combatiente, con todas sus armas, completo, intacto, que no rehuye la pelea porque desconozca, a fuerza de ir revestido, la capacidad de sus armas.
(...)
Amamos el Toro tal y como lo parió la vaca-madre, sin aditivos, por muy empaquetados que vengan en fibras de vidrio o látex.
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Entre tanta inmundicia, resulta gratificante asirse, cual clavo ardiendo, a las sabias y esperanzadoras palabras de los genuinos ganaderos, que aunque minoritarios, luchan y basan sus apuesta en el apasionamiento que genera la legítima y mayestática grandeza del toro de lidia.
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