La casta Navarra nace gracias a numerosos labradores que mandan sus
toros más bravíos para las Fiestas. Cuando en 1592 Pamplona
organiza una corrida de veinticuatro toros en honor al rey Felipe II,
se le encarga a un veedor que peine las Bardenas para que traiga los
mejores animales que encuentre en ellas. Un semental por aquí, otro
toro viejo por allá, todos poseen en común los caracteres de esta
raza autóctona nacida de la relativa domesticación de algunos
Betizus del siglo V. Sin embargo, en 1635, aparece en Corella el
primer ganadero relevante.
[…] En las reseñas, encontramos perlas como ésta: “menudos
manojillos de nervios, encendidos de pelo y sangre, guindillas rojas
de la ribera del Ebro”. Mazzantini señalaba que eran “avispas”,
mientras que cierto crítico escribió que “sin llegarle a la
cintura, le llegan al cuello”.
Tierras Taurinas. Opus 29 , Viaje al Norte
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