En aquellos años ochenta
en los que en Andalucía nacían métodos de anotación
extremadamente sofisticados que desembocarían en los 24 caracteres
mediante los cuales Juan Pedro Domecq seleccionaría su encaste, Pepe
Raboso se contentaba con un sencillo paquete de cigarrillos sobre el
que tenía sitio de sobra para escribir las notas de cada animal que
tentaba. Sólo dos iniciales: D de devuelta o S de superior. Y
gracias a su olfato ganadero, el método funcionaba muy bien.
Foto: Blog Desde el tendido 6
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