En los rasos de Portillo se encuentran los últimos descendientes de la Raza de Castilla que, durante toda la Edad Media y hasta principios del siglo XIX, conoció una etapa de esplendor. Los antepasados de aquellos toros aparecen en el capitel de Toro del siglo XIII y en el alfarje del claustro de Santo Domingo de Silos del XIV.
También dejaron rastro en los archivos de Zamora y en los de la Corte, cuando ésta se instaló en Valladolid. Un emperador los alanceó, inspiraron todos los festejos populares que todavía apasionan en los pueblos de Castilla y fueron el terror de los toreros decimonónicos.
En los rasos de Portillo, sus últimos descendientes, aun estando muy cruzados, simbolizan la parte visible de un continente desaparecido. El más famoso, y el último cuyo nombre recordamos, se llamaba Barbero. Se crío en Peñaranda, mató a Pepe-Hillo en Madrid y, por eso, fue, a la larga, el verdugo de su propia raza. ( Sigue...)
Aquí se puede ojear el nuevo número.
Monasterio de Santo Domingo de Silos S.XIV
Capitel de la Colegiata de Toro, S. XIII
¡Un lujo!!!
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