Buenos días amigos, aún sigo emocionado de los momentos tan intensos que he vivido éste fín de semana, en especial ayer en Mont de Marsan. Primero os cuento que el Sabado nos enfrentamos a una corrida muy seria de Veiga Texeira, tuvo un comportamiento muy variado, pero para no variar mucho, nos llevamos el garbanzo negro, un toro castaño que fue muy dificil por su comportamiento, agresividad, y sentido, pero al que planté cara y me dió la satisfación de darle 20 muletazos con una transmisión enorme, lástima que el Sr. Presidente no lo viera así hubo petición pero no la concedió y dí una vuelta al ruedo. El segundo toro con unas astas que producían pavor, tuvo buena condición pero duró muy poco y se vino muy abajo, fué imposible tan sólo lo pude disfrutar en una tanda de muletazos. Me llevo de Orthez el cariño y el respeto de esa afición, que nada más acabar el paseíllo me hicieron salir a recibir una ovación por la tarde de Ceret.
Ahora os hablo de la tarde de ayer, un día de mucha responsabilidad, una feria de primera y una plaza de primera categoría, de mucha seriedad era también la corrida de José Escolar, y para imponer era también el llenazo que había en la Plaza, que alegría para un hombre que se juega la vida ver aquello hasta arrriba de gente. Mi primer toro fue un toro muy simple de comportamiento le falto entrega y humillar, aún así protagonizó un tercio de varas muy emotivo, fue una faena en la que no hubo lucimiento pero si disposición, lo maté bien y me hicieron salir a saludar. Pero lo complicado vino con el cuarto, un toro alto, largo,con una cara descomunal y con un sentido que parecia un ser humano. Nos puso en aprietos a toda la cuadrilla y cuando cogí la muleta no sabía ni por donde le podía meter mano. Fue muy emocionante porque al final conseguí lo que nadie creía, la gente estaba emocionada y en pie, pero a la hora de matarlo lo pinché y se esfumó el trofeo o los trofeos, pero me hicieron dar una vuelta al ruedo con un clamor apoteósico. Pensé que mi actuación había terminado pero desgraciadamente para mí compañero Javier Castaño no fue así, porque en el quinto toro cuando pretendía llevarlo para el caballo el toro lo prendió con una saña impresionante, cundió el pánico en los tendidos y rápidamente me hice cargo de la lidia yo y mi cuadrilla.
El toro era un hijo de su madre, ya era el remate que me faltaba , nos tuvo cogidos a todo el que nos poníamos delante, aquello era un drama y un sentido fuera de lo normal. Cuando cogí la muleta el público se puso en pie y me tributó una ovación inmensa pensando en que aquel marrajo lo primero que iba hacerme era devorarme, pero ahí me vine arriba y pensé que merecía la pena hacer un esfuerzo sobrehumano, conseguí lo imposible ya cada muletazo valía la vida de un hombre. Después de una estocada y "ocho" descabellos le corte una oreja con una fuerza impresionante, mi pregunta es que hubiera pasado si el toro se echa de la estocada.....que emoción, que bonito, que vuelta al ruedo tan gloriosa, que cosas más bonitas decían desde los tendidos. Y ya el colmo fue cuando acabó la corrida y salía andando de la Plaza saltarón al ruedo aficionados franceses y me cogieron en hombros entre gritos de torero, torero. Parece ser que es la primera vez que un torero cortando una oreja salía por la Puerta Grande en Mont de Marsan...impresionante ,, estoy sintiendo con una gran emoción todo el cariño de la afición francesa , que me están acogiendo como algo suyo,, gracias muchas gracias.....
Vía: Facebook de Fernado Robleño
Foto: Roland Costedoat
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