Igual de épica fue la imagen de Paco Ureña, cruzando solo, de punta a punta, el ruedo de la plaza, camino de la enfermería, con la pierna arrastrando y un cornalón en el muslo. Tuvo el peor lote, el más parado, sin fijeza ni clase. Sin embargo, dibujó algunos muletazos soberbios. La Tauromaquia pura y fría de Ureña, inevitablemente, recuerda a la de Sergio Aguilar. Los aficionados sólo deseamos que los caprichos empresariales sean más justos con él.
Gloria Sánchez-Grande - "Sellar bocas"
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