viernes, mayo 09, 2014

Sobre los toros de Moisés Fraile lidiados ayer en Sevilla

DOS DE LOS SEIS  toros de la corrida de Moisés Fraile salieron buenos y bravos. Muy completos. Un tercero con el hierro de El Pilar, de la línea Fonseca-Aldeanueva, colorado, largo, esbelto y vareado, cuello de gaita, incluso un punto acaballadito y algo zancudo. Bien puesto, muy astifino. Y un cuarto de la línea Lisardo y el hierro de Moisés Fraile, entre remangado y capacho, negro zaino, hondo, largo y cuajado. Con toda su seriedad fue un dije.
Cada uno de una manera: el colorado de El Pilar no hizo otra cosa que galopar de principio a fin, sin un solo segundo de desmayo. No se cansó de meter la cara y de repetir, de abrirse al tomar engaño por abajo pero sin soltarse. Una elasticidad sorprendente. La nobleza, al nivel de la elasticidad y la prontitud. Soberbio. El lisardo negro de Moisés fue toro a más y de ritmo distinto, otro tranco, una embestida más cadenciosa, no tan briosa, pero de llamativa hondura. A esa manera de embestir lo llamaba don Álvaro Domecq “temple”. El temple de un toro. Por tanto, los dos. A la mayoría pareció gustarle más el son trepidante del toro colorado, tal vez porque fue de esos toros que entran por los ojos. Pero el lisardo tuvo un fondo de calidad nada común. Medalla, por tanto, para el ganadero: de dos encastes distintos, pero dos toros sobresalientes.
Barquerito- Aquí la crónica "Dos sobervios toros de Moisés Fraile"

Una corrida variada de juego, bravos los más, algunos con su genio, otros más nobles, alguno más apagado, pero todos encastados. Un festejo entretenido, nadie se aburrió. Un oasis en este desierto que estamos pasando, además hemos visto a “Niñito”, posiblemente el toro de la Feria, desde luego, el mejor hasta este momento. Colorao, cinqueño y bien armado. Fue una pena que no lo viéramos bien en varas, porque después de arrancarse alegre al segundo encuentro, el picador le metió las cuerdas cerca de la penca del rabo, y a pesar de todo no se cansó de embestir. Tanto con la capa como al empezar la faena, se coló de forma ostensible, pero Mora le cambió los terrenos y le enjaretó una buena faena. El toro la cogía por abajo e iba donde le mandaran y, así, hasta el final. 

Ignacio Sánchez Mejías - aquí su crónica "Niñito" -

Foto: Arjona para Aplausos

1 comentario:

  1. ACABALLADO Y ZANCUDO, COMO LE GUSTABAN AL RABOSO, QUE LOS QUERÍA SERIOS Y GRANDES. Y CON ESA CLASE Y BRAVURA PROFUNDA Y TEMPLADA.

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