Y en la plaza, ante el toro que tocaba a Dominguín, surgió el primer conflicto.La corrida no era a muerte. La Sociedad Protectora de Animales lo prohibía. Gran consternación y grandísimos abucheos para algunos miembros de la Sociedad allí presentes. Crecía la pitada, mientras Luis Miguel no sabía qué hacer con el estoque en la mano. Pero... de pronto, ¡oh milagro!, Picasso, puesto de pie en mitad de su palco, agitando en mano un gran pañuelo, pedía a los protectores de la Sociedad concediesen la muerte del toro. Y así fue. Toda la plaza de pie, aplaudiendo, contempló cómo aquel toro lidiado por Dominguín, y haciendo de peón Domingo Ortega, caía de una estocada en el centro de la arena desde aquella pequeña improvisada plaza de Vallauris.Rafael Alberti -Aquí artículo publicado El País en 1988 "Las hormigas, el poeta , el pintor y el torero"_
martes, mayo 13, 2014
Picasso en Vallauris (Rafael Alberti)
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