Se colocaron frascuelistas a recibir el toro con el capote dando órdenes para que los peones le llevaran el animalito a sus cercanías y luego desplegar trapo rectificando con la pierna atrás; abandonaron la lidia desde el minuto uno, cuando es lo contrario lo que procedía; los novillos les tomaron la medida rápidamente pero los animales juguetones se llevaron un chasco porque a ninguno se le castigo como correspondía; los segundos tercios los salvaron algunos nombres propios como Rosquillo o Parra -o los distorsionaron más como Muñoz- y aun así fueron el ejemplo de la desidia; y si se habla del tercio de la muleta resultó todo al revés pues si habían imaginado someter al primer súper lance, relajarse en múltiples tandas ligadas y “disfrutarlo”, como dicen ahora, ya pueden asegurar que no dieron ni un solo pase dominador, desconocen la profundidad, mienten en las distancias y confunden los terrenos. Sobre todo, respetados jóvenes toreros, piensen y aprendan a hacer la suerte suprema, en los tres tiempos, sin saltito, amarrando los trastos, sin giros acrobáticos a las afueras, sin pretender engañar a nadie.
Paz Domingo - Se precisa naturalidad -
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