Rincón había venido a poner al toro a la distancia que le permite expresar su bravura, en la triste época que dominaba Espartaco, como anteriormente Antoñete había dictado su lección de distancia, gusto y clasicismo en la época de Paquirri. Tras pasar por las figuras que torean al gusto de los aficionados, como fue el caso de Ponce y Joselito en el año 96 y 97, llegamos a José Tomás que toreaba donde (nos siguen insistiendo) no se puede torear, para rematar con El Cid que toreó los toros que “no sirven para torear”.
Después nada, el desierto, un momento negro de la fiesta de los toros, la época de El Juli. Saldremos de esta, como salimos de las anteriores. Lo que no sabemos es como ni cuando. Mientras.. ( Sigue )
Andrés de Miguel - Les enlazo a su post "Pensando en San Isidro" -
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