La
carrera irreflexiva emprendida por las actuales figuras del toreo en
busca de un protagonismo cursi que quizás acabe emborronando sus
éxitos en los ruedos, provoca verdadera aversión en el
aficionado. “Ésta no es mi Fiesta”, dicen muchos que aún
consideran que el toro –sea del encaste que sea- sigue
constituyendo el eje del espectáculo. Nunca tragarán con esta
involución que intentan imponer desde las altas esferas... Apena ver
a varias figuras del toreo comportarse como charlatanes de la
comunicación cuando, por méritos propios, valen mucho más que
todas esas cotorras. Y entristece aún más comprobar que, en vez de
trasmitirle a la sociedad los verdaderos valores que atesora la
Tauromaquia, se empeñan en reducirla a un divertimiento cualquiera.
Don Dinero siempre ha mandado mucho, sin embargo, aunque a las
figuras del toreo de antaño también les gustaba llevarse lo suyo,
ninguna hubiera hipotecado así el prestigio de la Fiesta para arañar
cuatro duros extra. Si a este problema le añadimos el generalizado y
preocupante nivel de casta existente en la cabaña brava -incluyendo
las ganaderías y encastes llamados “duros”-, entendemos que el
desencanto se adueñe de la afición. Y si ésta deja de acudir en
masa, el negocio se acaba, por muchos triunfos que cosechen las
figuras, cuyo desprestigio puede calibrarse en las taquillas. (sigue en el enlace )
André Viard en la editorial del último número de Tierras Taurinas Viaje a Miróbrija
Nota: Matías, en el bajo del tendido 2 de Las Ventas tiene a la venta los números de Tierras Taurinas
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