domingo, junio 24, 2007

Tres toreros y sus circustancias (el capitán alatriste y el papa negro)

Foto1: tres toreros y sus circustancias: Foto 2: "¡José, has parado el levante!":
Foto 3: "Citando de frente":
Foto 4 : Un Cid que no afloja"
Foto 5: "La gloria sale a hombros"


TRES TOREROS Y SUS CIRCUNSTANCIAS
Toros de ALGARRA de presentación desigual. Correctos el 1º, 5º y 6º. Muy terciados que sólo se salvaban por delante el 2º, 3º y 4º. Fue una corrida mansa, floja, descastada y sin clase, a excepción del noble tercero. Se simuló la suerte de varas.
Se respiraba expectación y gran ambiente en el coso algecireño: la plaza estaba casi llena (unos doce mil espectadores), pues sólo quedaron sin cubrir escasas localidades de tendido alto del sol. A las siete y media las entradas a la plaza seguían abarrotadas. El viento de levante con rachas fuertes azotaba las blancas mantillas.
En el ruedo se batieron tres toreros: uno que se va (Rincón), otro que vuelve (Tomás) y un tercero que está y se aferra con decisión al pedestal de figura al que tanto le costó subir (El Cid). Tres toreros y sus circunstancias, tres hombres de ley curtidos a fuego.
Rincón, como de costumbre, sorteó el peor lote: dos mansos de lidia imposible que le negaron su embestida. Unos toros de mierda que despreciaban la figura y la gloria del maestro colombiano. Mansos maruchos para el César que se va a pie de los ruedos. Esta vez no pudimos saborear sus mieles. Se despide con nuestra ovación que en la gloria a hombros se aplaude sola. Así está la fiesta.
El Cid vino con su suerte proverbial y en compañía de “El Boni” y Alcalareño, que lidiaron a sus toros impecablemente. Manuel Jesús, tras primorosas verónicas, toreó al noble pastueño que hizo de tercero mejor a derecha que a izquierda. Fue un Cid concentrado y serio que no vendió nada gratuito al público. Construyó faenas sólidas y mató con decisión. No estaba dispuesto el Cid a que le movieran la silla ni que le reconquistaran la plaza: Valencia sigue siendo suya.
El que vuelve, vuelve estoico a enfrentarse con el destino. Salió a hacer el quite al manso de Rincón que se había desplazado en los medios buscando soledad. Sin probarlo se echó solemne el capote a la espalda, ingobernable por el viento. Daba igual. Quietas las zapatillas, las gaoneras se transformaron en un quite a cuerpo limpio ofreciendo las femorales. Escuálido cuerpo el de Tomás de apariencia más frágil que nunca. Así viene el de Galapagar, citando de frente al toro del destino, sin aliviarse…; “vivir sin torear no es vivir”. Si el hombre también es sus circunstancias, José Tomás las anula contra cualquier razón. Y cuando cerró un cambio de manos con un natural enroscado y eterno, salió la voz ronca del tendido: “¡José, has parado el levante!”.
P.D.: Eso no se vio en los vídeos

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