Por lo que leo ayer, al cuarto animal de Daniel Ruíz ni se le picó ni se le mató en el ruedo. Todo un homenaje a la corrida portuguesa, a esa corrida incruenta por la que suspira mas de un taurino.
Escribe Alejandro Martínez:
Cortesano, un torete de pelo castaño y armoniosas hechuras. Repitió en el capote con exquisita nobleza y se ordenó que salieran los picadores. Y salieron. Para nada, eso sí. El torete, manso como él solo, salió huyendo del caballo en cuanto sintió el hierro sobre él. Ni un picotazo se llevó. No sangró. El Juli, claro, se desmonteró y, por supuesto, el presidente cambió el tercio. Lo de siempre. (...)
Había que indultar otro torete de Daniel. ¿Lo consiguieron? La duda ofende. Parte del público, contagiados por los amiguetes del interesado, también sacaron sus moqueros y comenzó el jolgorio. Por supuesto, El Juli, entró al juego. Tras ir a por la espada, hizo como que se disponía a matar al toro, y la plaza estalló. Y no se lo pensó dos veces. El presidente, Joaquín Coy, sacó el pañuelo naranja. El despropósito se había consumado.
Foto 1: Por el Pitón Derecho
Foto 2: Aplausos
Nota añadida: Como indica Pedro, "No olvidemos que fueron los taurinos desde el callejón los que empezaron a pedir el indulto. El público se dejó llevar por la corriente
"
¡Aficionados, a defenderse!
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