Si
vino predispuesta la afición de Madrid, más predispuestos llegaron a Las Ventas
los voceros de lo taurino. Desde el primer día, en un movimiento claro por
acabar con lo que no les gusta para su edulcorada fiesta. Y ahí están los
micrófonos de la televisión que pagamos por ver toros. Divide et impera, Julio
César redivivo. Enfrentar a la afición, aislar para acallar. Focalizar en el 7
porque el resto están dispersos. Y ya se callarán o los harán guardar silencio.
(…)
Vale
ya de predicar las libertades sitiando a la vez al que discrepa. Ni Las Ventas
se están “sietecizando” ni hay tanta inocencia en esta campaña de ataque.
Recurran a la hemeroteca y tal vez, así, recordemos que Madrid siempre ha sido
esto. O no, y puede que descubran que hasta la dureza de Las Ventas se ha
dulcificado y hoy huele más a almizcle que hace 20 años. Los mismos 20 que, por
lo menos, lleva descomponiéndose un sistema insostenible, pero que cuenta con
la organicidad de su intelligentsia. Intelectuales orgánicos al servicio de un
sistema, marcando su opinión. Orgánicos de empresa o de partido o de torero:
del dinero. Pero ya, pocas veces, del aficionado.
Eduardo
Acerete en la web del Ateneo Orson Welles
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