Con un
muletazo cambiado de rodillas inició Fortes la faena al segundo de la tarde, un
toro fiero, combativo e incierto, casi las mismas condiciones que mostró el
torero en su labor. Siempre bien colocado y cruzado, dibujó Fortes dos tandas
de naturales ceñidísimos, de esos en los que los pitones calientan los muslos.
Muletazos no para la alegría festiva, sino para el sufrimiento, de los que
ponen el corazón en el puño, en la seguridad de que el muchacho se está
colocando en la cuerda floja de la vida. Tres bernardinas valentísimas pusieron
el broche a una actuación que la plaza siguió con enorme atención. Y eso que no
fue una faena vistosa, pero sí honda y cargada de argumentos
Antonio Lorca
No hay comentarios:
Publicar un comentario