Cuando estaban picando al segundo (el día de la novillada de Montealto), se
presentó en la Andanada un señor vestido con americana azul y equipado con un
walkie-talkie amarillo, sin acreditación ni identificación alguna, a estorbar a
un espectador que manifestaba su opinión, aludiendo a no sé qué sobre el
respeto. El hombre anónimo de americana azul, esa especie de institutriz de
Donsimón, demandaba respeto a los que llevan sentados en la sucia piedra la
Feria entera recibiendo la afrenta diaria, por parte de la Empresa, de dar unas
corridas impresentables y de tener la Plaza hecha un muladar. El mínimo respeto
que se niega al aficionado que se deja sus cuartos en la taquilla, lo demanda
un empleado de Donsimón porque sí y para su interés: un insignificante señor de
americana azul con un walkie-talkie amarillo a quien nadie dio vela en el
entierro. Podía haber sido peor. Mientras no suba Curro Vázquez, bien
vamos.
José Ramón Márquez
¡Aficionados, a defenderse!
Es de verguenza y yo creo que hasta denunciable
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