Mansos,
descastados y sosísimos han resultado los toros de Adolfo, toros que no
embisten, se quedan parados ante la muleta y puntean o buscan, aprenden y ponen
en apuros al torero. El quinto, Aviador en el que teníamos puestas nuestras esperanzas
cojeaba descaradamente pero el usía D. Manuel Pizarro no se ha percatado y no
lo ha devuelto.
La corrida entera
ha sido una decepción total, únicamente Ferrera en el cuarto y después de
mucho consentir y aguantar al manso ha conseguido unos guiños de pases como
premio de consolación para el público, de mucho mérito porque todo ha sido a
base de insistencia y riesgo por su parte. Las dificultades para matar casi han
agotado el tiempo, pero el descabello sobre la campana le han salvado de una
situación que no merecía por su entrega.
Lo demás un
cúmulo de aburrimiento, lástima oír las quejas y el abucheo para el ganadero.
Jandro
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