Me cuentan que
los toros elegidos por los veedores de Talavante no pasaron el reconocimiento y
ha habido que elegir los toros a lidiar entre casi docena y media. No sabemos
si es verdad, pero ayer hubo baile de corrales y siempre ocurre cuando torean
las figuras.
Quizá por esa
causa Talavante no ha querido ni ver al quinto de la tarde de 570 kilos a pesar
de que el animalito no había hecho nada para importunarle. De repente y de
forma inopinada, después de tratar de meter el pico de la muleta de manera flagrante
al pitón derecho de la res, se ha ido a por el estoque y ha pasaportado al
animalito.
En el segundo
toro de la tarde de 517 kilos ha cortado una oreja con una anodina y ventajista
faena y una estocada caída y trasera.
Así de fácil está
el público, y así de miserable ha sido la respuesta del torero, que es el
número uno del escalafón.
Diego Urdiales no
ha querido ni ver a ninguno de sus dos toros, al primero apenas le ha probado
por los dos pitones, un toro gazapón y grande, 592 kilos, y que ha doblado las
manos en varias ocasiones por evidente falta de fuerza y al cuarto tampoco, se
ha limitado a aliñarlo y matarlo. Ignoramos a qué ha venido a Madrid este
torero que lleva tres comparecencias en las Ventas igual de vergonzosas este
año a pesar de que en una ocasión también cortó una oreja.
A Paco Ureña le
ha correspondido un gran toro, el tercero de 520 kilos, un toro de embestida boyante
y noble que le ha ofrecido en bandeja sus dos orejas. Metía la cara en la
muleta haciendo el avión en un viaje largo que Ureña ha recortado descaradamente
desde el primer muletazo intentando esconder las virtudes del toro para ocultar
sus propias carencias, pero no ha engañado a toda la plaza, sólo a la mayoría.
Ha fallado con la espada.
En el sexto ha
vuelto a tener un toro de buena catadura con el que se ha hecho un lío tremendo
y ha matado de igual manera.
Ninguno de los
toreros ha sido capaz de estar a la altura de sus oponentes que les han
superado con creces y cuyo comportamiento ha sido muy correcto, no transmitían
un peligro especial, pero había que ponerles la muleta delante con firmeza,
someterlos y encelarlos, obligarlos con decisión a obedecer a su matador.
Las cuadrillas han
actuado de forma lamentable en general y particularmente en el segundo tercio
del sexto toro en el que Agustín de Espartinas y Azuquita han dado un mitin
para prender los rehiletes.
Varios toros han
acudido al cite del caballo incluso de lejos, el cuarto en tres ocasiones, pero
el quinto ha sido el único que ha empujado de verdad durante el puyazo, ha sido
el bravo de la tarde ¿será la razón por la que Talavante no ha querido ni
verlo?
Jandro
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