En la
Campiña utrerana y la marisma de Sevilla, en el puente entre el
siglo XVIII y XIX, Vicente José Vázquez, se vuelve un personaje
fascinante. Gran labrador, proveedor del ejército, hombre riquísimo
debido a su visión de negocios y a algunas audaces elecciones
estratégicas, nos recuerda al personaje de Rhett Butler en “Lo que
el Viento se Llevó”: cínico, emprendedor y retorcido, dispuesto a
todo para lograr sus fines, sin jamás perder de vista los posibles
réditos de las inversiones. Conspirador nato, navegará sin
problemas por esta época jalonada de altibajos, los mismos que
traerían la ruina para algunos de su compañeros y, durante un
cuarto de siglo inestable (1800-1825), logrará aumentar su fortuna,
bien bajo el régimen absolutista, bien bajo la ocupación francesa o
el paréntesis liberal. Cultivaba la amistad con el mariscal Soult,
lo que le valió la fama de “afrancesado”, pero le permitió
mover sus piaras de ganado allá donde se podía lidiar, y al mismo
tiempo que traficaba con los franceses, contrabandeaba con los
ingleses, financiaba en secreto al joven Rey, alimentaba a los
asediados de Cádiz con sus barcazas... y, con todo esto, mantenía
el Hospital de la Santa Caridad..
Tierras Taurinas, Opus 24 dedicado a los restos vazqueños
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