El argumento que suelen emplear los responsables de la injusticia es así de sibilino: De acuerdo; Raúl Sánchez puede con los toracos, pero en cuanto le sacas uno de almíbar, al estilo de los que utilizan las figuras, no sabe qué hacer con él y fracasa. Lo cual es el colmo del cinismo, puesto que la proposición hay que hacerla exactamente al revés: son las figuras las que están obligadas a torear el toro con fortaleza, edad y en puntas, no Raúl Sánchez el torucho del fraude.
Porque, caramba, ¡vaya cobaledas, y menudo el garciarromero que salió en sexto lugar!
Joaquín Vidal - crónica de Las Ventas, 2/10/1979-
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