He aquí la viva imagen de quienes, para 1922 representaban al “pueblo” en su más cruda realidad. Obreros, trabajadores que, por circunstancias especiales coinciden en la hora del almuerzo, o la comida acaso para que el fotógrafo se detenga curioso a reunir en este amasijo que va de los niños encorbatados, hasta el indígena –a su izquierda-, que parece ser el más viejo del conjunto, sin faltar los otros cinco que también posan sin más propósito que para destacar que lo suyo es ese alto en el camino, y que hay que preparar un buen “taco” de menudencias, “carnitas”, tripa, aderezado de cebollas para conciliarse otra vez con la vida y con el espíritu. Y claro, tal conciliación va mejor si se acompaña de algún jarro de neutle o pulque.
Es mayo, y quizá transcurra el martes 9 de ese mes porque ya estaba en las calles el último número de El Universal Taurino que daba cuenta de otra tragedia: la de Manuel Granero.
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