Ojalá, nos dejen ver esto algún tiempo más.
Me refiero a lo que sucede en Azpeitia y a su apuesta por el toro, por la fiesta, por el aficionado, por la verdad en este mundo maravilloso que ya no puede existir. Sencillamente, es casi imposible poder verlo, y si no, díganme de algún lugar donde salga un toro -como manda la ley divina de la tauromaquia- y que no sea una casualidad, un atrevimiento, un desconcierto. Pues, señores, a mí lo que me parece es que este -ya casi- último rincón torero y guipuzcoano, a la ribera del Urola, a las faldas del Izarráiz, al fondo de la fortaleza coronada por el santuario de Loyola, es un verdadero lujo en la vida. Y no se olviden, si este mundo taurómaco auténtico algún día no fuera posible, si desapareciese de la faz de la tierra, y con él la riqueza de su espíritu, la alegría que contagia, la sinceridad que descubre, seríamos todos más tristes, más aburridos, más irreconocibles. Ojalá, nos dejen ver un poco más todo esto, y me refiero a la exactitud y a la inteligencia que tienen en Azpeitia para transformar la anécdota en plena naturalidad.
¡Ole!
ResponderEliminarSuponiendo que se den tres corridas. La cosa no esta segura. La crisis es para todos.Tendra que pronunciarse el ayuntamiento, pues al ser miercoles el dia grande de las fiestas patronales, no hay fin de semana para atraer la gente de fuera.
ResponderEliminarHabra que esperar acontecimientos.
La gente de fuera puede acudir si hay totos.
ResponderEliminarTOROS!
Pienso que la crisis puede resentirse menos donde hay respecto de una fiesta integra
Esperamos, con confianza en la placita de GUIPUZCOA