viernes, mayo 22, 2009

Vulgaridad


Después de la ráfaga de aire fresco dejada por Morante ayer, después de la demostración de torería de un artista que torea, que se gusta, que se realiza, que disfruta y que transmite emoción, ilusión y euforia a la afición y al público. Cuando todavía soñábamos con el toreo que parecía imposible sólo un minuto antes de que sucediera, cuando muchos jóvenes se han visto sorprendidos porque nunca habían visto antes nada parecido, cuando todavía las Ventas emanaba los aromas dejados por un torero auténtico, de repente y sin solución de continuidad ha vuelto la vulgaridad, el sopor y el pegapasismo inmisericorde que nos acompaña cada día, y la reflexión que se me viene a la cabeza indica que si no fuera sorprendente la maravilla del toreo, si cada día se produjera un milagro como el de ayer, el arte se banalizaría, hemos de aguantar los petardos de diario para apreciar en toda su intensidad el arte de torear, que únicamente se produce bajo condiciones especiales, muy determinadas por la voluntad del torero que lo ejecuta.
El toreo actual es un cúmulo de banalidades salpicado muy de tarde en tarde por una genialidad, y ahí radica su interés y la importancia del hecho genial, que es irrepetible, porque aunque actúe el mismo torero, el toro siempre será distinto. Pasa lo mismo con otras artes, la mediocridad de la mayoría ensalza al genio.

Los toros de hoy de la ganadería de Valdefresno, como todo lo que viene de Salamanca, herederos del encaste Atanasio-Lisardo, han llegado a un estado de moruchez e invalidez que no merecen la denominación de toros bravos, es pues imposible su lidia con las condiciones mínimas necesarias para el triunfo de los toreros, sobre todo si los toreros aprovechan para tratar a estos animales como toros bravos, y tratan de ponerse a torear por redondos y naturales, los animales se rajan, puntean los engaños y resultan peligrosos y aburridos.
Juan Bautista y Alejandro Talavante han venido a cumplir estrictamente su contrato, no se les ha visto ninguna otra intención, cobrar, trapacear y matar los toros como sea. Miguel Ángel Perera, sin embargo ha querido ir más lejos y nos ha deleitado con varias series de pases, sobre todo al natural, a toro cuasi muerto que han emborronado sus comienzos de faenas con la mano derecha algo más aseados.
No parecía que ninguno de los componentes de la terna estuviese interesado en igualar o superar actuaciones anteriores de compañeros de profesión, ni siquiera suyas propias, Talavante lleva esta temporada doce toros en Madrid y no ha conseguido ni unas palmas, en fin que no se les ha visto ni siquiera la intención de agradar al público.

Jandro
viernes, 22 de mayo de 2009

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