"Si había un español que había sentido la muerte de Alcaraz, tanto o más que su propia familia, ese era Luis García, Luisillo, el padre de Javier García. Cuando su hijo trabajaba en su gabinete, un día, sin avisar, el entonces presidente Alcaraz se presentó en su casa. Había oído, dijo, que hacía los mejores callos de Madrid. Le gustaría probarlos.
La presencia del presidente Alcaraz comiéndose sus callos, en su casa, en su cocina, fue definitiva para que Luis García se convirtiera en su más ferviente admirador.
Pero cuando en la sobremesa Alcaraz sacó de su cartera la entrada a la plaza de toros de Las Ventas, fechada el 15 de mayo de 1966, que le acreditaba como uno de los asistentes a la histórica faena de Antonio Chenel, Antoñete, al toro Atrevido, Luis García, que había terminado su carrera de banderillero en la cuadrilla del genio del mechón blanco, se echó a llorar. Desde entonces, y para el resto de su vida, cuando hablaba de Fernando Alcaraz se refería a él como «el Monstruo»"
Agustín Díaz Yanes ( Simpatía por el diablo)
Nota: Agradecer a José Antonio Risoto el envío de este texto
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