"En una época en la que a cualquier cosa se le llama torear, cuando aparece un torero y se lleva el toro al platillo, y le da distancia al objeto de que desarrolle la combatividad propia de su casta brava, y le adelanta la muleta, y el toro de casta brava, al verla allí, descarada y retadora, se tira a matarla, y el torero para la fogosa embestida templándola, y obliga al toro a que se reboce en la pañosa conduciéndolo en derredor de su cintura, y remata dejando adelante otra vez la muletilla para que el toro desahogue su codicia y continúe embistiendo sin solución de continuidad, al público que contempla sernejantes lances le hace el efecto de que son magia pura, y se asombra, se enardece salta de sus asientos, corea oles, pierde la noción del tiempo y del espacio, conmocionado por extrañas sensaciones. Es lo que sucede siempre que un torero torea un toro y exactamente todo eso es lo que sucedió en la faena de César Rincón al sexto de la tarde”.Joaquín Vidal (en la crónica de la corrida 22 de mayo de 1991 en Las ventas)
lunes, octubre 22, 2012
César Rincón ante un toro de Murteira
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La distancia , se la enseño Antoñete a César Rincón.
ResponderEliminarChenel en el recuerdo de los Aficionados.