martes, febrero 26, 2008

Una entrevista a Manili- Joaquín Vidal- (el papa negro)

Manili: "Mi ambición es tener cartel de hombre"
"Muchas noches dormía en el peto de un caballo de picar"
JOAQUIN VIDAL - Valencia - 15/08/1988
Es torero de vocación, pero le gusta más ser hombre de campo, en el que empezó a trabajar de muy niño, y aún sigue. Manuel Ruiz Manili, figura del toreo desde hace sólo un par de meses, al tiempo que satisface su vocación torera y se emborracha de gloria, guarda las ganancias como una hormiguita para resolver su futuro y quedarse siempre en el sevillano pueblo de Cantillana, que le vio nacer, crecer, vivir, sufrir, triunfar, y donde quiere morir. "Yo me tengo que morir en Cantillana", dice Manili y, dicho, un pensamiento fugaz le turba, porque es consustancial al torero la incertidumbre de la muerte. Desde que tenía 20 años lucha por el éxito, y han tenido que pasar 16 para que le llegue, acompañado de fama y dinero millonario cada tarde que se viste de luces. Temporadas atrás apenas tenía contratos. Ahora los elige, y puede decirle "no" al empresario de la Maestranza, que en la feria de abril solía "echarle a los leones" o, sencillamente, le dejaba en la calle.
Muchos días con sus noches ha pasado Manili trabajando los campos de la vega de Cantillana, por ganar dinero, y ahora que el dinero le viene abundante de la liturgia torera que abrazó con fervor catecúmeno, se da cuenta de que no sólo era por eso, pues el campo es su vida. Tenía nueve años cuando hacía oficio de la guarda de cochinos, y a pocos más ya era destripaterrones, peón, pastor, campirano, vaquerizo... No hay oficio de ganadería y cultivo que no haya practicado. "Habré yo echao algodón en esta vida?", resume Manili sus trabajos en las ricas tierras cantillaneras. Y no lo dice ni con ironía ni con rencor, pues si pudiera, allí estaría cada día, con los animales de labor y los aperos, sin manijero ni apenas cuadrilla siquiera, para escallar, acaballonar, ahijar, herrar; y la cosecha, y la crianza. Y en los pocos ratos libres, subir a la sierra, vista de lince, parada la escopeta, suficiente el morral, a por el venado. Pero no puede, ha de torear, su otra vocación y su mística. Ha de torear sin pausa, pues le viene la gloria y le llegaron los contratos millonarios.
Pregunta. Las salidas a hombros por la puerta grande de Las Ventas, el pasado mes de mayo, le convirtieron a usted en figura y se supone que, como cualquier torero en su caso, exigió una subida sustancial en sus honorarios.
Respuesta. Algo así, claro, pero sin abusar. El dinero es necesario y para ganarlo nos jugamos la vida, aunque no sólo es eso. ¿Quiere usted creer que me han criticado por lo contrario? Después de aquellos éxitos fui a la feria de Badajoz y teniendo el máximo cartel, era el torero que menos cobraba. Me aconsejaban: pide más o no vayas. Y eso no es así: la corrida de Badajoz la apalabré antes de lo de Madrid, y yo no iba a faltar a mi palabra. Porque el cartel de torero es importantísimo, pero aún es más importante el cartel de hombre. Desde que tuve uso de razón, me fijé tres o cuatro ambiciones y una de ellas es esa. Quien no tiene palabra, no es hombre. Y siempre he cumplido mi palabra, igual en esta época que cuando era peón.
P. ¿Pasó estrecheces en su juventud?
R. Estrecheces, sí; necesidad o hambre, nunca. Éramos una familla de trabajadores del campo, y cada día nos ganábamos el sustento y un modesto bienestar. Nunca nos faltó de nada, porque mi padre trabajaba mucho, mi madre era una mujer extraordinaria llevando la casa y cuidándonos a todos, y los chicos enseguida nos pusimos a echar una mano.
P. Se supone, entonces, que hubo de dejar pronto los estudios.
R. ¿Dejarlos? La verdad es que casi ni empecé. Mi madre me acompañaba hasta la puerta del colegio, que se llama Los Escolares, y yo entraba, pero salía por una ventana de atrás. A veces, en el poco rato que estaba dentro, no dejaba bombilla viva.
P. ¿Rompía bombillas? ¿Por qué?
R. No sé; me gustaba hacer puntería con los cantos y oirlas estallar de la pedrada. Reconozco que era un travieso de aúpa. El maestro le decía a mi madre: 'Carmen, yo no puedo con Manili; a ver si lo domas tu'. Y ella respondía: '¿Qué quieres que haga, que lo mate?'. Así que ni estudios ni nada. Lo que sé, lo he aprendido en la vida, de ver y escuchar. De leer, menos, aunque últimamente le estoy cogiendo gusto.
P. Se hizo torero a los 20 años, pero han pasado 16 sin que pudiera vivir del oficio. ¿Cómo se las ha arreglado todo ese tiempo?
R. No he tenido problema. Soy muy trabajador y muy ambicioso. Trabajar no me cansa y además me gusta, qué quiere que le diga. Creo que es preciso ganar dinero, y donde veo un duro, allá voy. Cuando trabajaba en la finca del ganadero Martín Berrocal, hacía dos peonás: terminado el tajo, cogía el tractor y me ponía a empacar alfalfa, y al mismo tiempo tendía cepos para conejos, que luego vendía a los restaurantes de Cantillana. El jornal se lo entregaba, íntegro, a mi madre; los extras, me los quedaba yo. Así que, dale que te pego hasta una de la madrugada, no me merecía la pena ir a casa, que está lejos de la finca, para volver de amanecida. De manera que me echaba a dormir en la alquería sobre un peto de los caballos de picar, que hay allí para los tentaderos. Lo mismo he ido a coger maíz con el cogollo en pie, a pleno sol del verano y luego a echar el remolque, que a la aceituna en invierno, que a sembrar patata o apartar toros. Hace cuatro años compré un terreno cerca de Cantillana, y yo mismo, con estas manos, lo limpié de hierba y forraje, roturé, sembré, y me da cosecha. También metí vacas que compré a Martín Berrocal. Y, además, trataba ganado, toreaba lo que podía, organizaba festivalitos.
P. Con tanta actividad, llegaría, incluso, a tener ahorros.
R. Sí, dentro de lo que cabe. Soy previsor, por lo que pueda pasar. ¿Y qué puede pasar? Pues, por ejemplo, mi hermano mayor me dijo que quería casarse pero necesitaba una vivienda. Y yo voy, hago así, y digo: toma el dinero que vale. Cuando se casó mi hermana, más pequeña, le hice un gran regalo. Somos una familia muy unida. Falta mi madre, que murió hace años, y la echo mucho de menos. Qué cosa más grande es una madre ¿verdad? Mi hermana, que es un monstruo, de puro buena y hacendosa, me cuida como si fuera su hijo. Este cariño que nos tenemos, es lo más maravilloso del mundo.
P. Y ahora, el triunfo y los contratos millonarios, ¿le harán cambiar de vida?.
R. Qué va. Mire, no quiero, de momento, ni mersede, ni finca de recreo, ni lujos. Voy a comprar cosas productivas, hasta que con ellas resuelva mi vida. Entonces viviré, como ahora, en Cantillana, trabajando el campo, criando ganado, y allí es donde voy a morir. ¿Divertirme? Bueno, como todo el mundo, pero sin chulería. Siempre he sido una persona sencilla y tranquila, y no voy a cambiar. Lo que más me gusta es conversar de toros sosegadamente, con gente que sabe de esto; principalmente con los maestros Marcial Lalanda, Pepe Luis Vázquez o Pepín Martín Vázquez. E ir de cacería. Por cierto: el único capricho que he comprado es lo último en fusiles: dispara unas balas como para matar elefantes.
P. ¿Hay muchos elefantes en Cantillana, Manili?
R.Pues así, de momento, aún no he visto yo ninguno por allí.

5 comentarios:

  1. Recuerdo aquellos festivales que se daban en Cantillana por aquellas fechas. Lo lastimoso es que poco tiempo después de la entrevista estaba en su casa sin contratos y se tuvo que ir.

    Oselito.

    ResponderEliminar
  2. Usted ha puesto el colofón exacto, Oselito. Ese es el final de estos "románticos anónimos" del toreo que solo aspiraron a tener "cartel de hombre".
    Sin aspavientos se enfrentaron al toro y sin "gestos ni gestas" se fueron para casa en silencio.
    No serviran de ejemplo,desgraciadamente, pero quedaran en la memoria de algunos aficionados. Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. Otro de los grandes … pero para los aficionados. Los taurinos no hicieron más que ponerle zancadillas y echarle a los leones, debido, precisamente, a su pundonor, entrega, torería y VALOR.
    Aunque cortó una oreja el día de su alternativa en Sevilla el 24/abril/76 y ocho días después desorejó a dos miuras en la misma plaza, no confirmó hasta dos años más tarde (18 de mayo, dos vueltas al ruedo en el de confirmación) y tuvo que esperar hasta el 88 para ser reconocido como el gran torero que fue. Ese año organizó auténticos líos con los miuras en Sevilla (oreja el 24/4), Madrid (17/5, dos orejas y Puerta Grande), Pamplona (14/7, tres orejas y Puerta Grande) … . y no sólo con miuras que en Madrid, ese año, también salió por la Puerta Grande con los del Puerto de Pan Lorenzo (5 de Junio) y ¡ojo al parche! para que se compare con los festejos de ahora en verano: después de salir a hombros dos tardes en San Isidro, se anuncia ¡ahí queda eso! con Antoñete y Curro Romero el ¡3 de Julio! (Antoñete y Manili , una oreja)
    En fin, habría mucho que hablar de este torero y comparar con los figurines actuales, pero no me resisto a decir que, de Miura, mató unas 30 corridas y todas o casi todas en plazas de responsabilidad … 4 en el 88 (entre ellas Sevilla, Madrid y Pamplona), 7 en el 89 (Sevilla, Pamplona, Bilbao …), igual en el 90 y también esas tres plazas, 5 en el 91 (Sevilla, Madrid, Pamplona …), 2 en el 92 y el 93 (Sevilla, Madrid …) ¿comprenden ustedes por qué le llamaban El Tigre de Cantillana?
    Y, aburrido y desilusionado, se tuvo que marchar en el 95 ¡que injusticias!
    LUPIMON

    ResponderEliminar
  4. javier vaquerizo terciado1/12/11 11:44 p. m.

    mis amigos del mundo del toro un dia en las fiestas de mi pueblo me pusienon un mote manili en tigre de cantillana ,yo era un crio y decia que quien era manili me dicen mis amigos un torero que tepareces a el y yo la primera camiseta de mi peña me puse el nombre de manili para mi un orgullo llevar tu nombre en las camiseta hasta que me muera, espero algun dia si tengo la oportunidad de conocerle un saludo.

    ResponderEliminar
  5. un torero de una vez

    ResponderEliminar