viernes, febrero 22, 2008

Todos los honores para el gran Manili (Joaquín Vidal)

Este es otro de los artículos que nos manda el papa negro.
Todos los honores para el gran Manili
JOAQUIN VIDAL
- Madrid - 18/05/1988

Ya habían encendido los faroles en la explanada de Las Ventas del Espíritu Santo cuando la puerta grande de la plaza de toros Monumental empezó a vomitar una multitud estremecida. Hombres, mujeres, niños y militares sin graduación salían en procesión, enfervorizados, mirando con ojos crepusculares a lo alto, donde llevaban en volandas, con todos los honores, ¿a Santa María de la Cabeza? ¿a San Isidro Labrador?, no, a Manili, a Manili llevaban en volandas, al nuncio de la nueva era taurómaca, trompeta matutina de otro orden torero, precursor de la redención de la fiesta.
San Manili, hasta anteayer legionario del toreo, modesto tumbatoros, modesto, desde ayer figura, símbolo, mito, a quien los sacerdotes ya hacen sitio en el altar de tauro entre otros vencedores del dragón y restantes fuerzas del mal, uno de ellos El león de la Isla.
Hubo dos fuerzas del mal, Miuras, que quisieron someter a martirio a Manili, seguramente abrirlo en canal, y Manili se descubrió el pecho, las retó, "¡No me causan pavor vuestros semblantes esquivos!," y sin dejarse arredrar por los guadañazos de sus astas, obligó, sometió, apabulló; una vez y otra, por la astas derechas, por las izquierdas, arrogante entrambas. Al final, cuando el último Miura ya se volvía loco de perseguir y no hallar mártir, y los fieles del templo-catedral se sentían abatir por la angustia, de los retos hizo alarde Manili y obligaba al Miura a pasar, a girar, a volver, por donde quiso, cuantas veces quiso, hasta rendirlo. Y lo que se temió holocausto hubo de ser triunfo, y ya el beaterío se afana en renovar ramos, planchar holandas, poner palomillas en aceite para que esté hermoso el hueco que le reservan a san Manili en el altar de tauro.
Ruiz Miguel, león de la Isla, pasó similares trances y también alcanzó la victoria. Su primer Miura parecía imposible, pero no lo era para el corazón y la sabiduría de Ruiz Miguel, que se jugó la vida, hasta obrar el prodigio de que ese Miura perverso acudiera donde, como, cuando imponía sumando. Con el otro Miura aún arriesgó mucho más, porque se frenaba en la suerte, iba al bulto, no paró de derrotar su cornalona cabezota. Tanto exponer y sufrir, Ruiz Miguel, león de la Isla, se ganó el cielo, y naturalmente nadie le va a mover la peana del altar que tiene ocupado por derecho propio.
Lo de Miura cayó a los infiernos por manso, por descastado, por peligroso, a salvo el bravo y el noble. Cuán distinto este acíbar de ayer, para modestos y mártires, a la bombonería que envió en la Maestranza -otro templo votivo- para Espartaco, figura egregia. Claro que la Virgen lo ve todo y a quienes se midieron con lo infernal en Las Ventas la afición los llama toreros con todos los honores, mientras al privilegiado, ya se verá."
Nota: La fotografía, está tomada de Campos y Ruedos.

1 comentario:

  1. Aún recuerdo es corrida, ese toro de Manili, creo que era colorado, cómo lo estuvo sobando con la muleta y cuando llegó el momento se descaró con el en los medios y le formó un lío, en unas cuantas tandas, no muchas, pero más que suficientes para poner a todo el mundo de acuerdo. ¡Salve, Tigre de Cantillana!
    Oselito.

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