Al margen de estos pequeños espacios donde gobernó la pureza y la exposición (1), se puede decir, que la tauromaquia de los últimos 25 años, a pesar de la existencia, siempre, de toreros que conocen su oficio y atesoran arte, el toreo, en general, en particular en los circuitos de las grandes ferias, se fue encontrando cada vez más ante la realidad de ausencia de valores y de contenidos, de ética y de fundamento, esencialmente, por el sistemático empeño de los toreros, en el apartado técnico, de dejar la pierna de salida escondida, en los pases, a la hora de concebir las faenas, y por la alarmante desaparición del toro de raza, con pitones y presencia, factores que sumados a otros han llevado a la decadencia que preside la fiesta hoy en día(1) en esos "pequeños espacios donde gobernó la pureza y la exposición" el autor cita a Cérsar Rincón entre 1991-1995, José Tomás entre 1997-2002 y El Cid entre 2002-2007.
Vía: José Campos Cañizares, "Antoñete en Las Ventas 1981. El toreo de la verdad"
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