jueves, junio 18, 2009

Cosas de Frascuelo (Gómez de Lesaca)


COSAS DE FRASCUELO
En 1892 Salvador Sánchez Frascuelo fue padrino de una boda. Se casaba su hija Manuela con un afamado odontólogo, el doctor Porras. La ceremonia fue en Madrid, en la mañana del 14 de septiembre y se celebró en la Iglesia de Santiago. La gente se agolpaba cerca del templo y entre las calles de San Quintín y Arenal, donde estaban los domicilios de los novios. Su llegada a la iglesia fue recibida con vítores y aplausos. No cabía un alma y los guardias se veían apurados para mantener el orden. Lo mismo que el padre Barbajero cuyo templo parroquial estaba abarrotado. Causaba admiración ver los confesionarios y púlpitos ocupados por niños y mozos. El calor y los agobios provocaron desmayos e incluso se malogró un embarazo. Todo esto debió de ser tremendo. Frascuelo iba de corto, de color negro y tocado con un calañés. Llevaba alhajas valoradas en veinte mil pesetas: unos grandes brillantes en la pechera, una cadena de reloj que “parecía el calabrote de un barco” y un bastón con un enorme puño de oro cincelado. De corto iba también Francisco Sánchez, el otro Frascuelo, y allí estaban Badila, Chuchi, Ángel Pastor y Ángel López Regatero. Y el frascuelista confeso Peña y Goñi. Fue testigo el duque de Sesto, gran amigo de Salvador Sánchez desde los tiempos del Batallón del Aguardiente, cuando defendían la causa alfonsina en vísperas de la Restauración. Acabó el oficio religioso y la gente no se movía de su sitio. Esperaba la salida del diestro, reacio a abandonar la sacristía. Pensaba, ingenuamente, que se despejarían las calles. Pero no, había que ver a Frascuelo. Salió al fin. Unos doscientos zagalones corrían tras su carruaje por las calles. La Carrera de San Jerónimo estaba hasta arriba. El torero lanzaba, desde la ventanilla del coche, monedas a puñados. Dicen que dos mil pesetas. Así eran las cosas, con rumbo y generosidad homérica. Y Frascuelo el más grande. En medio de la confusión dos muchachos fueron atropellados. El maestro se informó de sus nombres y domicilios para que recibiesen el correspondiente socorro. Hubo un banquete en el Hotel Inglés y después los invitados se trasladaron a la casa del novio, en la calle Arenal. Allí acudieron unas trescientas personas y desde los balcones se lanzaron más monedas. Hubo algunos aporreados. Las autoridades para evitar desgracias cortaron el tráfico y los antitaurinos hablaban del atraso de España y todas esas cosas. Todo esto aparece descrito con detalles en periódicos viejos, de los que tomo estos datos. Cuenta, además, Natalio Rivas que no quiso Frascuelo que hubiese baile, pues estaba presente la mujer de Mazzantini, que toreaba esa misma tarde en Haro, y no era cuestión estar de danzas cuando un hombre se jugaba la vida frente a un toro.
Gómez de Lesaca

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