lunes, noviembre 24, 2008

"Shilock, viejo aficionado" (el papa negro)



Este segundo post complementa al anterior.Cuando uno lee ciertas cosas de los redentores sociales instalados en la poltrona del pensamiento politicamente correcto, me siento cómo el viejo Shylock pero sin ánimos de venganza, por eso he modificado algo el célebre monólogo... . (Con su permiso maestro Guillermo).
Un abrazo
Nota:
Javier, Olvidé comentar que tuve amistad con un "viejo Shylock" de Gibraltar que era un gran aficionado a los toros, partidario acérrimo de Antonio Ordóñez al que seguía por todas las ferias del Sur. Un dia charlando me dijo: "Mire lo que mas me dolió cuando cerraron la verja fué que me apartaron de los toros. No lo perdoné nunca."El viejo Shylock se llamaba Joshua y ya murió. Queda su recuerdo de bonhomía y de buen aficionado. Descanse en paz soñando faenas del maestro de Ronda.

SHYLOCK:
¿Y cual es su razón? ¡Que soy judío y aficionado a los toros!
¿No tenemos ojos los judíos y los que aman la tauromaquia? ¿No tenemos manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No comemos lo mismo? ¿No nos hieren las mismas armas?
¿No sufrimos las mismas dolencias y nos curan los mismos remedios?
¿No sufrimos en invierno y en verano el mismo frío y el mismo calor que los cristianos?
Y si nos pincháis, ¿no sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no reímos?
Si nos envenenáis, ¿no perecemos? Y si nos ofendéis, ¿no vamos a vengarnos?...
Si en todo lo demás somos iguales, también en eso lo seremos.
Si un judío ofende a un cristiano ¿cual es su bondad? ¿La venganza?
¿Y si un cristiano ofende a un judío cual debe ser su tolerancia, siguiendo vuestro ejemplo?
…(¿La venganza ¿ . No. Somos de vieja condición y no albergamos odio. Renuncio gustoso a “hacer carne” de Antonio. Ese gentil que instalado en una supuesta superioridad moral me escupe y zahiere. Solo pido al jurado de la Serenísima que nos dejen en paz con nuestras aficiones y en el gueto de nuestros cosos, que pueda sentarme en el tendido y emocionarme con el lance ceñido a un toro bravo. Ya ven que con poco me conformo. No aspiro a que me protejan como al lince de “Doñana” ni que me den el beneficio del oso pardo del Pirineo...Y si hay que significarse con distintivos tales como la estrella o la roja gorra que cubre nuestras cabezas, tampoco nos incomoda que no es baldón sino símbolo de viejo orgullo.)

(“El mercader de Venecia”. Acto III. Escena 1ª.)

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