sábado, noviembre 15, 2008

Sixto Vázquez (Joaquín Vidal)

Por la decada de los cincuenta llegó a España el matador mexicano Jaime Bravo, que traía de picador a su paisano Sixto Vázquez. Si poco conocido era el matador, el varilarguero era un desconocido absoluto y nadie reparó en él. Hasta que hizo la suerte de varas. La revelación fue en Las Ventas. Primero había que verle cabalgar, dominando la montura con técnica de jinete consumado y evolucionando con torería. Citar después, un tanto terciado el caballo, que adelantaba exponiéndolo por los pechos. Cuando se arrancaba el toro, Sixto Vázquez se inclinaba adelante, se dejaba caer lateral, la vara en ristre, y adelantándola a la extensión natural del brazo, recibía la embestida hundiendo la puya en el morrillo. Pero, al tiempo volvía el cuello del caballo para librarlo del hachazo y con ese leve giro, más la fuerza de su brazo, empujaba al toro hacia fuera de la suerte y prácticamente lo dejaba en los vuelos del capote que el matador presentaba para el quite.
Dicen que la suerte de varas no gusta al público. En efecto, no gusta la suerte que se hace mal, pero la de Sixto Vázquez - y la de algunos excelentes varilargueros que aún quedan-, sobre gustar, entusiasmaba; ponía al público en pie, y engrandecía el tercio, que adquiría una emoción y una belleza máximas. Concluida la lidia, Sixto Vázquez hubo de dar la vuelta al ruedo, y dio otras vueltas al ruedo en premio a sus actuaciones , tanto en Las Ventas como en otras plazas.
Joaquín Vidal (El Toreo es Grandeza)
Cuadro: Ramón Casas
Nota: Este post tmabién es repetido

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