Eneko escribe, en El Chofre, sobre los carteles de Bilbao. Copio unas lineas:La plaza torista, íntegra, ejemplar y exigente en la que la seriedad del toro (en todos los aspectos) era la tónica dominante de un ciclo incomparable a cualquier otro, comienza a despedazarse sin remedio. Sin el elemento TORO como eje fundamental de la feria Bilbao pierde mucho de lo que ganó en su día.
Nota: Verdaderamente es una pena que Bilbao apueste casi en exclusividad por lo "domecq"
No confundamos: no es Bilbao quien apuesta casi en exclusividad por lo "domecq", son los Chopera quienes lo hacen presionados por las figuritas del momento, con la connivencia de algunos taurinos del bocho que callan y otorgan, o que, al menos, no levantan la voz como debieran. Éso sí, ahora le toca al aficionado bilbaino mostrar su discrepancia e intentar evitar que terminen de quitarle lo que tras muchos años se había conseguido. Esperemos que reaccione cuanto antes y no cuando sea ya demasiado tarde y se les haya ido de las manos.
ResponderEliminarSencillamente y llanamente triste para que alargarse más.
ResponderEliminarBeti está claro que es la empresa la responsable de confeccionar los carteles pero con el beneplácito de la Junta General, o no?...como bien dices ahora viene el momento de que el aficionado, que vaya, diga su parecer, acudiendo o no y quienes vayan con su actitud en el tendido, porque si no apaga y vámonos porque significará que Bilabao ya cayó TAMBIÉN.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pgmacias
Así es, querido Pedro, por eso añado la coletilla de "con la connivencia de algunos taurinos del bocho que callan y otorgan, o que, al menos, no levantan la voz como debieran". A esos miembros de la Junta me refiero, cada vez más echados en las manos del taurineo y más complacientes, sobre todo en lo que al toro se refiere, con las tendencias estereotipadas imperantes.
ResponderEliminarLlevamos tres corridas que sabemos que se han celebrado en Bilbao porque conocemos el coso de Vista Alegre, pero que por lo visto podían haber sido en cualquier otra plaza o en cualquier otra feria. Y lo peor es que el aficionado lejos de reaccionar traga con todo, mientras que el público, encantado, aplaude todo lo aplaudible y lo que no es aplaudible, regala orejas a destajo y saca, ¡por fin!, a hombros a Ponce por la Puerta Grande.
Me temo que ya hay unos cuantos buscando el interruptor. Para apagar, claro.