En el cuarto estuvo colosal, sin restar un ápice a lo que afirmamos. El toro se llamaba Sabandero, de 518 kilos, cárdeno bragado también, tocado de agujas, y de nuevo manso, complicado, peligroso y con casta. La faena fue puro mérito del de Fuenlabrada, metiendo al toro en la muleta a base de tragar, porque el bicho empezó, siguió y terminó quedándose -a veces a medio viaje- y buscando al torero. Colocado desde la segunda tanda con la derecha le fue arrancando los pases con sacacorchos -eso sí que es, y no lo que hemos visto frente a la borrega inválida de días atrás-, y lo acabó toreando en una buena serie, cogiéndolo y alargando su viaje, y siguió en otra más, en la que el toro no sabíamos si terminaría de pasar o simplemente de entrar. Firmeza, valor y corazón por parte del madrileño, dominando al bicho
Nota: Esperamos la crónica de E. Lorenzo en El Chofre
Foto: Juan Carlos Terroso para Burladero.com
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