El escondite

Los toros de Alcurrucén eran tan malos, tenían tan poca clase que ni siquiera le han servido a Ponce, que dicen que le sirven todos los toros, pues estos no le han servido, y eso que no pretendía hacer nada extraordinario, venía a hacer la faena de siempre al toro facilón que se deja, que sirve; toreo florido, desde fuera, desde lejos, despegado, con el pico de la muleta, sin obligarle, ventajista; para sus incondicionales que los tiene aunque se prodigue poco por Madrid para evitar la exigencia de una afición conspicua que pone alto el listón y no le gusta que se le engañe. Pero hombre Enrique, si esto ya no es así, esto ya no es lo que era, ya no hace falta que te escondas en plazas más fáciles ni detrás del pico de tu enorme muleta, no juegues al escondite poniéndote de perfil para evitar los cuernos del toro y mandarle hacia fuera aunque de manera tan bonita, eso sí, que se levantan tus seguidores, aplauden, gesticulan, se desmelenan. Hoy mismo has podido comprobar el cariño que el nuevo público de Madrid te profesa, si te llegan a ayudar los toros una mihaja sales por la puerta grande, no veías los pañuelos blancos después del navajazo que le has metido al animal? Y no te ha sacado a saludar después de torear una chapuza de toro? Tu público está ahora también en las Ventas; delante de mí había un señor que sólo había venido a aplaudirte, miraba a los críticos de reojo y les mandaba callar, alardeaba de su señorito torero y voceaba: “es el mejor, es el mejor”, y agitaba los brazos poseído por la felicidad más absoluta, con total carencia de fundamento claro, los fans son así: incondicionales, irracionales, furibundos. Pero qué decepción, no has conseguido cortar una oreja, con lo chupado que está este año y eso tus seguidores lo llevan mal, son ya muchos años sin cortar apéndices aquí y nos echan la culpa a nosotros, los exigentes puristas talibanes que te abroncamos sin motivo, no callamos mientras toreas y te tenemos manía. Qué cosas dicen. Tú sabes mejor que nadie lo equivocados que están, que el único responsable eres tú, porque has elegido el lado fácil de la profesión, estar ahí para ganar dinero sin dar la cara, evitando el compromiso con la afición y con el toreo auténtico, ocultando la realidad y engañando al indocumentado: Aprovechando tus magníficas dotes de manera fraudulenta. Eso a otros se les puede perdonar pero no a ti, porque tú tienes la mejor cabeza del escalafón, las mejores condiciones técnicas para ser un maestro y decidiste quedarte en figurita rentable, porque elegiste la cantidad en vez de la calidad, y eso se paga, una afición que te aplaudió mucho, que esperaba mucho de ti, que creía que ibas a ser su torero quedó decepcionada. No sé, piénsalo, a lo mejor todavía estás a tiempo de recuperar tu sitio. En las Ventas, por si acaso, seguiremos esperando. Jandro jueves, 24 de mayo de 2007