Ya
fue aplaudido en el recibo capotero, y aunque en el caballo se le
administraron sendos e inocuos picotazos el buen son, que dicen los
revisteros, de Pavito lo entendió Sánchez desde que genuflexo lo
recogió en el tercio y lo fue sobando hasta llevarlo al platillo.
Enseguida se lo echó a la izquierda, y al natural dejó Ángel
Sánchez la prueba fehaciente de que la teoría existe por algo, y
que la práctica pone a cada uno en su sitio. Pavito es un bombón y
el novillero lo sabe, así que Ángel planta sus zapatillas de frente
al novillo y sin enmendar la posición –no en paralelo, de frente-,
adelantando la femoral, cargando la suerte, con el compás abierto y
con la muleta –ayudado siempre con el estoque- echada por delante
le liga un ramillete de tandas casi calcadas: tres naturales, y el
pecho obligado. Doce pases, tres tandas, una trincherilla de
cartelazo y un pase de la firma. Y ya. Ahí ha telegrafiado Sánchez
lo que Vanegas en cien pases no ha logrado. Mas lo que vino después
ya fue desilusión y rabia.
Oscar
Escribano – aquí la crónica completa -
Yo por lo que le he visto en el video, quitando el primer pase, no le veo cargar la suerte por ningún lado.
ResponderEliminarKaparra